El proyecto, que recoge su título del libro En el norte hay un mar que es más alto que el cielo (1997) del poeta Carlos Oroza, se articula a través de dos niveles: uno surge de la conjunción de la serie fotográfica –nueve fotografías del cielo tomadas desde la salida hasta la puesta del Sol desde unas mismas coordenadas– y la placa de latón oro –que evoca el destello provocado por los haces de la luz del Sol– en donde van grabados con rayo láser nueve haikus –haciendo así factible la idea de escribir con la luz– que se corresponden con cada una de las nueve fotografías. De este modo se crea una analogía entre lo visual y lo textual, entre la realidad y la experiencia vivida. El segundo nivel sucede, paradójicamente, en el suelo. Consiste en un bloque de hojas de papel conformado por la repetición de cada una de las nueves fotografías y los haikus. Una pieza que invita al usuario a llevarse "un trozo de cielo", al mismo tiempo que éste activa la propia obra, haciéndose visible el cielo en su desarrollo lumínico de una manera cronológica.

​

Hay un mar que es más alto que el cielo, Marta Alonso-Buenaposada

Hay un mar que es más alto que el cielo, Mikha-ez & Cayetano Limorte Menchón, Espacio_E, León, 2016

Hay un mar que es más alto que el cielo, Mikha-ez & Cayetano Limorte Menchón, El Cielo, Salamanca, 2017

Hay un mar que es más alto que el cielo, Mikha-ez & Cayetano Limorte Menchón, Museo Barjola, Gijón, 2017

​

Hay un mar que es más alto que el cielo, Iberoprinter, Valladolid, 2017